Razones de los profesores para resistir, y las del gobernador para reprimir
Hoy,
miércoles 2 de octubre, hay un llamado a
un paro nacional de maestros. En estos momentos desconocemos el éxito que dicho llamado haya podido alcanzar. Los
profesores están jugando su última carta a la resistencia civil pacífica. Para
ellos no hay mañana. Es ahora o nunca. O logran que la Ley General del
Servicio Profesional Docente (LGSPD) sea abrogada, o los derechos
laborales del gremio de trabajadores más grande de América Latina serán segados
de la manera más brutal que se conozca.
La tan llevada y traída reforma no tiene una sola tilde relacionada con los
asuntos educativos. En ninguna de sus partes se habla de cambios para
mejorar el contenido o los modelos de
enseñanza. Se habla única y exclusivamente de reformas laborales que de una
forma clara perjudican amplia y evidentemente al sector magisterial.
Si el gremio
de los maestros resulta derrotado y no es posible revertir la aplicación de la Ley General del Servicio Profesional Docente
(LGSPD), generaciones enteras del magisterio verán mermados sus ingresos, su
seguridad en el empleo y su derecho a la libre asociación gremial. No sólo eso.
Si el gremio de trabajadores más numeroso de México resulta derrotado, una a una de las
organizaciones sindicales del país serán el blanco de nuevas reformas en perjuicio
de los trabajadores.
La
aplicación de la LGSPD desaparece los
nombramientos de base para quienes ya lo tienen y para los de nuevo ingreso
(Transitorio Octavo); permite la separación
inmediata del servidor docente sin que haya la garantía de audiencia
prevista en la legislación laboral(Artículo 70); se pierde la posibilidad de acudir a los tribunales laborales
cuando se atropellen los derechos de los docentes, pues dichos tribunales son
sustituidos por tribunales administrativos que no tienen nada que ver con
los asuntos obrero patronales( Artículo 84); los trabajadores docentes perderán
la posibilidad de ser asistidos por representantes sindicales en sus
audiencias con las autoridades de la Secretaría de Educación Pública y
recibirán un trato individual con desconocimiento de su relación colectiva o
grupal.
Los
educadores de México -los que llevaron a este país que en 1940 tenía más del
40% de su población analfabeta a este que hoy tiene el 7%- están
amenazados. La suerte de más de 1 millón 200 mil trabajadores pende
de un hilo.
Quien
conozca las razones por las que los maestros de la SEP se
manifiestan, y no se solidarice con ellos ni se indigne porque se pretenda
quitarles derechos ya ganados, poco respeto se merece a sí mismo al
preferir alinearse a los deseos de los hombres más poderosos del país que son
quienes están promoviendo estas reformas que lleven a la reducción del gasto público en educación
pero a cargo principalmente de los ingresos de los trabajadores del magisterio.
.
Si los
maestros de BCS guardaban la esperanza de que su gobernador se convirtiera en
su principal aliado en esta delicada amenaza contra el sector y sus familias,
esa esperanza hoy está perdida. Los acontecimientos del
fin de semana muestran por sí mismos la decisión del gobernador de llegar hasta
la represión si la oportunidad se le presenta.
Para
hacer pública su opción por la represión, nuestro gobernador ni siquiera
tuvo la gentileza de dar a conocer su opinión en una reunión de trabajo con los
opositores a la LGSPD, en alguna conferencia de prensa o mediante algún escrito
dado a conocer a través de los diversos medios de comunicación. No.
No utilizó ninguno de estos recursos de advertencia de uso normal entre
gobernadores. Prefirió usar un procedimiento vergonzante, más propio de los grupos de delincuentes que de un gobernante en funciones: el secuestro o la
retención forzada de un maestro cuyos detalles ya son muy conocidos
como para repetirlos de nuevo en este espacio.
Pero
todavía no satisfechos con los desatinos cometidos, funcionarios del
gobierno del estado, al intentar aclarar que no fue un secuestro el que se
cometió contra el maestro que escribió consignas magisteriales con un plumón de
agua en cristales de palacio de gobierno, insultan a su propia inteligencia
cuando informan oficialmente que lo que se pretendía con la retención forzada
del profesor era “orientarlo”.
¿Qué
apoyo puede esperar el magisterio sudcaliforniano de los gobernantes que actúan
de este modo y de una clase política que
guarda silencio?
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