La familia, los valores, la campaña mediática y la corrupción
De nuevo, estos días, los diarios locales continúan publicitando profusamente las declaraciones que el gobernador Marcos Covarrubias y sus funcionarios más cercanos han vertido en torno a los valores, la integración familiar y la salvación de la sociedad.
El repetitivo discurso oficial relacionado con los valores que pueden y deben ser incubados en el seno familiar pretende presentar a sus convocantes como verdaderos adalides en la lucha por la integración familiar. Pero la estrategia propagandística realmente no es más que una muestra del profundo desprecio que políticos bien acomodados tienen por la vida cotidiana de la familia común sudcaliforniana.
Los reiterados llamados gubernamentales a la moralización de las familias apenas si pueden ocultar la velada recriminación que se hace a éstas respecto a probables vínculos de complicidad abierta o soterrada con un ambiente social de delincuencia, mientras que, por otro lado, se guarda silencio respecto al desempeño irregular de los funcionarios, y se omiten programas destinados a alcanzar la moralización de las instituciones y -particularmente- de la alta clase política de todos los ámbitos de la administración.
Cuando los políticos se sienten rebasados por la delincuencia, la inseguridad y la violencia, y cuando no quieren asumir la responsabilidad plena de su combate, a lo que tantas veces se comprometieron en campaña, prefieren culpar a las familias de que es en su seno donde se generan los vicios de la sociedad. Rehuyendo de ese modo el compromiso electoral contraído, hoy pretenden pagar sus votos a los ciudadanos que se los otorgaron, culpándolos, precisamente a ellos, de los males de la sociedad y dándoles a las familias una nueva carga moral: la de que sean ellas las que resuelvan los problemas a cuya solución se habían comprometido los políticos cuando eran candidatos en búsqueda del sufragio.
¿No se habrán dado cuenta los funcionarios de que la delincuencia, la inseguridad y la violencia se recrudecen cuando los gobernantes se muestran incapaces de crear las condiciones económicas, políticas y sociales mínimas que favorezcan un ambiente propicio para un mejor entendimiento entre distintos sectores de la sociedad?
¿No se habrán percatado los políticos de que las lacerantes manifestaciones de criminalidad están íntimamente relacionadas con las graves condiciones de deterioro económico, frecuentemente miserables, en el que diariamente se debaten amplios sectores de la población mexicana y estatal?
Es verdad que la delincuencia no es privativa de quienes padecen una precaria situación económica y que, por el contrario, no son raros los casos en que los individuos de familias pudientes son precisamente los involucrados en la delincuencia. ¿Pero alguien ha visto que los programas oficiales que supuestamente enaltecen los valores personales se orienten a las familias adineradas?
¿Alguien desconoce que las familias poderosas, de las que poco sabemos de su compromiso con la legalidad y la conducta recta, son las que en este tipo de programas solo posan para la foto como si fueran el ejemplo vivo de la rectitud y las buenas costumbres?
¿No sabrán estos políticos, por otra parte, que en el seno de la gran mayoría de las familias sudcalifornianas hoy se hacen honrados sacrificios para sacar adelante a sus integrantes en la solución de sus problemas de alimentación, vivienda, salud y educación?
¿Para qué deseaban ser gobernantes si, abrumados, iban a abdicar a esa responsabilidad y atribuírsela, con menosprecio, a los propios gobernados?
El famoso proyecto “valor sudcaliforniano” tiene, además, una infranqueable falla de origen. El gobierno del Estado, principal promotor de este programa que reiteradamente hace referencia a valores morales relacionados privilegiadamente con la honestidad, tiene muy serias dificultades para demostrar su real compromiso con la honradez, pues no ha podido desprenderse de funcionarios que han sido una y otra vez señalados como responsables del manejo irregular de los fondos públicos.
Si el propio gobierno que encabeza la gran campaña mediática a favor de la conformación de familias integradas en torno a valores fundamentales, es incapaz de desprenderse de los mismos vicios que son criticados , el programa, en el que por cierto se gastan elevadas sumas de dinero en su publicitación, está condenado, desde su nacimiento, al más irremediable fracaso.
sinceramente la verdad es que aunque es necesario q las familias tengan sustento economico para poder estar algo estables, tambien muchas familias ricas y de elite con hijos drogadictos y esposos adulteros y esposas canijas q laceran a la sociedad. La verdad es que los problemas de la sociedad si comienzan en la familia. Equivocadamente cree la sociedad q con dinero seran mejores familias pero eso no es cierto, como dije, muchas familias adineradas carecen de valores morales solidos y sus hijos terminan lastimando a la sociedad, y tambien hay familias pobres que sus hijos son muuy bien formados y son responsables aunq desafortunadamente sean pobres por la injusta sociedad desigual donde vivimos. En fin, creo q cada kien con su conducta familiar e individual contribuye a la paz social, pero desafortunadamente la mayoria de la gente de este estado y este pais es egoista y egolatras y asi nunka progresaremos. La campaña de los valores esta bien, de eso a nada... Pero de q los politicos son unos hipocritas drogadictos adulteros borrachos golpeadores y con hijos juniors vandalos, eso q ni que
ResponderBorrarAgradezco mucho el comentario:
ResponderBorrarYo también creo que para resolver problemas hay que hacer todos los intentos.Pero de verdad digo que jamás en mi vida me he encontrado a una familia que yo conozca en la que se inculquen a sus hijos valores contrarios a la observancia de una buena conducta. Por el contrario, conozco casos muy renombrados de funcionarios también muy renombrados que las evidencias oficiales indican que sin duda deberían estar siendo investigado por la justicia, no ejerciendo como funcionarios o, mucho menos, promoviendo o pretendiendo ser ejemplo de los valores sudcalifornianos.
Evidentemente este tema tiene muchos caminos para introducirnos en su desarrollo. Siempre han existido esas dos caras de esto que conforma la historia de la humanidad. Lo bueno y lo malo. Lo correcto y lo incorrecto. He visto familias adineradas muy respetables por su conducta y personas sin recursos económicos con comportamientos que dejan mucho que desear. Es decir: habemos de todo en la viña del Señor, Creo, la moral y las buenas costumbres son un ingrediente que se mama desde la infancia. Pero debe encontrar una respuesta positiva y mayoritaria en la sociedad en la que se vive. Ya,como antes no existen, cuando menos en abundancia esos idolos que nos servían como referencia en años pasados. Ese maestro, sacerdote, vecino, papá, mamá, esa estructura sólida del matrimonio. El "avance" en las libertades del individuo ha echado por tierra cualquier intento de reorganizarnos como sociedad. Antes mi tio o mi vecino tenía todo el derecho de llamarme la atención cuando me encontraba en un barrio diferente al mío. Hoy tratas de llamar la atención a alguien que no es tu familia y el mismo niño te mienta la madre si no, el padre del menor. Esto como un ejemplo. Estoy consciente de que existen reglas y leyes de convivencia entre los ciudadanos pero las autoridades no las hacen valer y aqui es donde las autoridades que andan promoviendo los valores sudcalifornianos, como bien ustedes lo dicen, quedan en ridículo. Pero aquí los políticos no tienen problemas en que no llegue esto a felíz término. Y nosotros, cómo nos organizamos para solucionar este problema? Salud.
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